España en textos

> La mujer española: un hueso duro de roer

Los españoles muy machotes tenemos dos temas de conversación: fútbol y mujeres. Si bien sobre futbol nos consideramos expertos (a diferencia del entrenador, que no sabe de la misa la media) sobre las mujeres las cosas son otro cantar.

Como muchas otras cosas en nuestro país, ellas también han cambiado rápidamente, de ahí nuestro desconcierto. La mujer tradicional española, dependiente del hombre y con un perfil completamente familiar, la que estaba en el hogar siempre esperando, la que te ponía en la mesa comida de puchero, la que te planchaba hasta los calzoncillos y con la que ibas siempre hecho un pincel, un buen día se esfumó y fue reemplazada por otra, no mejor ni peor, pero bien distinta: no se la ve el pelo en casa, tiene un gran apetito intelectual (dos de cada tres titulados universitarios son mujeres) y es voraz lectora. No le gusta complicarse la vida teniendo hijos: junto con Portugal y Polonia, tenemos la tasa de fertilidad más baja de la UE, y si se decide es después de habérselo pensado mucho (son las mamás europeas más entradas en años). Es longeva como ninguna otra -sólo superada en el mundo por las japonesas- y, lo que más nos duele y afecta: junto con las italianas y sin contar con los países árabes, nuestras féminas son el hueso más duro de roer. Encuestas de esta naturaleza suelen estar en entredicho, pero yo diría que cuando el río suena agua lleva.

En caso de que seas un guiri con planes de venir a España a perfeccionar nuestro idioma y hayas pensado que el mejor diccionario de español tiene un precioso pelo negro, te aconsejo lo siguiente:

Sumérgete entrada la noche en cualquier garito petado de gente y por supuesto que no sea una plantación de nabos. Date un garbeo y cuando tengas delante de ti a la mujer de tus sueños (o simplemente que te ponga), échale un par de huevos, acércate y rompe el hielo. Si te da calabazas no te vengas abajo: siempre hay un roto para un descosido. Así que, aunque sean las tantas, vuelve a sacar pecho y quema el último cartucho. En España, el que la sigue la consigue.