Hay dos tipos de teléfonos: los que usamos sólamente en nuestra casa o en una oficina se llaman teléfonos fijos. Los teléfonos personales en España se llaman móviles y en América Latina, celulares.
Lee el siguiente diálogo fijándote en las palabras y expresiones en negrita:
– Tengo que salir fuera para llamar a mi madre, es que aquí abajo en el sótano no tengo cobertura. Ah, mira, aquí sí. ¿Me sacas el móvil de mi bolsillo y me marcas este número, por favor?
– Ahora. Uy, no me deja llamar, me dice que estás sin saldo.
– ¡Ahí va! Es verdad, esta mañana quería recargar el móvil, pero me he dejado la cartera en casa...
– Anda, pensaba que tu móvil era de contrato... Tranquilo, llamamos con el mío. A ver...
– ¿No lo coge?
– No, es que está comunicando.
– Estará hablando con mi padre.
– Espera que vuelvo a llamar. Ahora sí, toma.
– ¿Mamá? ¡Mierda, se ha cortado!
– Uy, me estoy quedando sin batería. No sé si aguanta otra llamada... ¡Tenía que ponerlo a cargar! Ah, mira, te está llamando, venga, ¡descuelga!
– Ya me ha colgado, es que como no tiene una tarifa plana, siempre me hace llamadas perdidas...
– Anda, vuelve a llamar. ¿Y ahora?
– Me salta el contestador. ¿Dejamos un mensaje?
– Sí, espera (coge el teléfono). Mamá, soy yo. ¿Me devuelves la llamada cuando puedas? Un beso.