Para trabajar en España, ¿qué opciones hay? Una es trabajar por cuenta ajena, es decir, buscar trabajo para que una empresa te contrate. La otra es trabajar por tu cuenta, es decir, registrarte como autónomo y ofrecer tus servicios. Así hacen diseñadores, profesores o fontaneros. Hay una tercera opción: ser funcionario, es decir, superar los exámenes de oposición y ser contratado por el estado. Es la forma más segura porque tienes trabajo para toda la vida. Pero todas las modalidades tienen sus ventajas y sus inconvenientes.
Para trabajar por cuenta ajena primero tienes que preparar un buen currículum. Hoy en día todo el mundo busca trabajo a través de internet. Te inscribes en una oferta y esperas a ver si te llaman. Si tienes suerte, harás una entrevista y te contratarán. Siempre y cuando te ofrezcan un sueldo decente, claro. Hay que estar muy atentos cuando nos dicen el importe que vamos a cobrar. Del importe bruto te descontarán los impuestos. Este dinero va para el estado y te garantiza la atención médica y te da derecho a cobrar paro, o lo que es lo mismo, prestación por desempleo. Es un salario temporal que te da el estado mientras no tienes trabajo. De manera que, el salario bruto, es el salario sin descontar los impuestos. El salario neto es lo que realmente irá a tu cuenta bancaria.
Todos los meses recibirás una nómina en la que te informarán de tu sueldo, los impuestos y otros conceptos. Por ejemplo, si comes fuera, te pagarán “dietas”, un dinero que cubre la comida. O si trabajas de noche, cobrarás un “plus de nocturnidad”. La jornada suele ser de 8 horas, pero si obligan a trabajar más, te pagarán las horas extras. Lo bueno de trabajar por cuenta ajena es que, cuando termina tu jornada y llega la hora de irte a casa, puedes desconectar, porque del futuro del negocio se preocupa el dueño de la empresa. Tú solo realizas aquello para lo que te han contratado y duermes más tranquilo.
Esta es la gran diferencia entre el trabajador por cuenta ajena y el autónomo. Si eres autónomo trabajas para ti mismo y cobras en función de lo que produces. Es decir, si tienes muchos clientes, cobras mucho, pero si un mes no tienes ninguno, entonces no cobras nada. Así que estás siempre preocupado. Si no te va bien, cuando te vas a casa no desconectas, sigues preocupado. Hasta puede que sigas trabajando en casa. Otro inconveniente es que no tienes derecho a la prestación por desempleo, sólo a la atención sanitaria. Esto significa que si dejas de ser autónomo te quedarás en el paro, pero no cobrarás nada.
Si te va muy bien como autónomo, podrás contratar a más personas y montar una empresa. En ese caso pasarás a ser un empresario. Pero tanto si tienes una pequeña o mediana empresa (PYME) como si eres autónomo, siempre estarás preocupado y en riesgo de no tener suficiente dinero para pagar a los empleados o para tu propia subsistencia. Quizás te quedes sin vacaciones y no duermas bien por las noches.
Dicen que lo mejor es ser funcionario. Aunque pasan una etapa difícil en la que tienen que estudiar mucho para aprobar las oposiciones, una vez aprobado el examen, tienen trabajo para toda la vida. Además, la mayoría trabajan solo por la mañana y disfrutan de muchos permisos adicionales. Pero puede que no consigas plaza si tu nota es baja. En ese caso serás funcionario interino, lo que significa que serás contratado por períodos de tiempo limitados sustituyendo a alguien que está de baja. A un funcionario no se le puede despedir, a no ser que cometa una falta muy grave.
Si en algún momento un funcionario quiere cambiar de puesto o ascender, tendrá que hacerlo mediante otro examen. Su sueldo es fijo, con una pequeña subida cada tres años, y tienen dos pagas extra, la de verano y la de navidad. Cada paga es como un salario extra. Esto puede ocurrir también en el sector privado, pero desde luego nunca trabajando como autónomo.
La situación laboral en España es muy precaria. Mucha gente tiene lo que se llama "contratos basura": trabajan mucho por muy poco dinero. Además, en los últimos años la cantidad de trabajadores fijos (que tienen contratos indefinidos) se ha reducido mucho: las empresas prefieren contratar a gente durante unos meses, despedirles luego para no pagarles las vacaciones, y volver a contratarlos después. Ha aumentado mucho la cantidad de mileuristas: personas que cobran unos mil euros al mes, cantidad insuficiente para mantener una familia.