El sector privado
El mundo  laboral se divide en dos grandes categorías: el sector privado y el público. El  sector privado lo constituyen las empresas y las personas que trabajan por cuenta propia, los autónomos. Las empresas contratan a sus  trabajadores y de esta manera generan puestos de trabajo. Cada empresa  paga al estado determinados impuestos - una parte de sus beneficios.  A los trabajadores de la empresa también se les descuenta una parte de su salario:  de ahí la diferencia entre el sueldo bruto (sin descontar los impuestos)  y el neto. Una parte de este dinero se destina a pagar la Seguridad Social:  el fondo estatal que garantiza una asistencia sanitaria y el pago de  pensiones después de la jubilación. Los autónomos son personas que no  son contratadas por una determinada empresa, pero están realizando actividades lucrativas (es decir, cobran por su trabajo). Los autónomos también deben darse de  alta en la Seguridad Social, pero en el régimen especial de autónomos. De  esta manera las personas que realizan trabajos eventuales (profesores  particulares, asistentas, etc.) pueden garantizar su futuro.
  Actualmente  si uno contrata a un trabajador, aunque sea a tiempo parcial, debe darlo de  alta en la Seguridad Social y, por tanto, pagar impuestos por él. Como esto  encarece el contrato, hay gente que prefiere hacerlo de forma ilegal, basándose  en un acuerdo verbal. Este suele ser el caso de asistentas, profesores que dan  clases particulares, niñeras, etc. Sin embargo, en este caso el trabajador  puede denunciar al contratante.
Derechos de los trabajadores
En los  últimos años los trabajadores han visto menguados sus derechos básicos. A día  de hoy los despidos improcedentes se han convertido en algo normal. Para recurrir un despido hacen falta meses, si no años, y una gran cantidad  de dinero (en torno a 1000 euros). Es frecuente que los trabajadores no se  den de baja por miedo a perder su puesto de trabajo. Por el mismo motivo  las chicas jóvenes evitan quedarse embarazadas, y las que están esperando un  niño, intentan aguantar hasta los últimos días.
  Los  primeros meses después de perder el trabajo, los parados que han estado  cotizando más de un año "cobran el paro", es decir, reciben una ayuda  mensual. Esta ayuda oscila entre 500 y 1300 euros, en función del número de  hijos, su sueldo anterior y la cantidad de años que han cotizado. A menudo para  obtener esta ayuda tienen que apuntarse a cursillos educativos con el fin de  obtener otra especialidad, más necesaria y competitiva que la suya.
El mundo empresarial es un mundo duro, de luchas constantes por la competitividad de la empresa, lo cual se refleja en los trabajadores, que sufren de tensiones y estrés. La crisis ha empeorado la situación laboral, ya que las empresas intentan exprimir al máximo a su personal, convirtiendo la jornada de 8 horas en una jornada de 10 y, a veces, más, obligándoles a hacer horas extra a menudo sin pagarlas. Y los trabajadores no pueden quejarse, porque saben que cualquier protesta puede llevarles a la calle a engrosar las listas de parados, y que hay miles de personas dispuestas a pelearse por su puesto. Esta demanda desproporcional de trabajo que existe en la actualidad ha generado el así llamado "trabajo basura". El "trabajo basura” está especialmente extendido entre los becarios: estudiantes o jóvenes que trabajan por una remuneración miserable con el fin de obtener experiencia laboral demostrable.
Funcionarios e interinos
  Los  trabajadores del estado se llaman "funcionarios". Para llegar a serlo  la gente se examina de las "oposiciones" - un examen estatal que se  hace una vez cada dos años. Pero el hecho de que haya examen no garantiza que  haya vacantes, ya que las plazas vacantes aparecen sólo si se jubila  otro funcionario o se da de baja de forma prolongada. Por eso a menudo cientos  de personas tienen que competir por una sola plaza. De ahí la importancia de  las oposiciones, para las que la gente se prepara durante años literalmente  encerrada en su casa.
  La nota  final se obtiene como media entre los méritos personales (estudios,  experiencia, etc.) y la nota del examen. De modo que para entrar en el cuerpo  de funcionarios no basta con aprobar, hay que ser el mejor. Las personas que  han quedado muy cerca de la plaza pasan a ser "interinos": se les  concede el trabajo eventual que consiste en sustituir a los funcionarios  que estén de baja, sea para 3 días o para 3 meses. Ser interino, por un lado,  da méritos y mayores oportunidades a la hora de hacer las oposiciones, pero,  por otro lado, no permite estar realizando ningún otro trabajo, ya que en  cualquier momento a uno le pueden llamar y ofrecerle una sustitución en  cualquier pueblo de la comunidad que no tiene derecho a rechazar.
La posición  del funcionario es muy codiciada, ya que es un puesto de trabajo de por vida.  Los funcionarios no tienen miedo de su futuro, no trabajan compitiendo con  otros, además, poseen una cobertura social envidiable, como el servicio médico  gratuito (son miembros de la aseguradora Muface), mayor posibilidad de obtener  un crédito bancario (por ejemplo, para solicitar una hipoteca) y el horario  reducido (la mayoría de los funcionarios trabajan o bien por la mañana, o bien  por la tarde). Su posición garantizada ha dado lugar a numerosas críticas, ya  que no se les puede despedir aunque tengan un bajo rendimiento laboral.  De hecho, hay pocos mecanismos de control sobre el funcionariado.
  Al mismo  tiempo cabe destacar que se requieren años de estudios para llegar a ser  funcionario, mientras que la remuneración tampoco es muy alta. El sueldo  de un funcionario español suele oscilar entre 1300-2300 euros, cifra que se ve  superada con creces en el sector privado.
El conjunto de trabajadores de una empresa o un organismo público se llama "plantilla". Los trabajadores que tienen un contrato vitalicio, o de larga duración, se llaman "fijos", mientras que los eventuales se suelen llamar "suplentes". En general, en España se observan ciertas actitudes machistas y despectivas hacia las mujeres y los trabajadores jóvenes. Se considera que la envidia es uno de los pecados capitales de los españoles: la gente especialmente brillante, lista y enérgica, las personas que destacan no se respetan ni ascienden rápido, como en Estados Unidos, sino que a menudo se marginan y son maltratados por sus compañeros menos aventajados.
La jubilación
La jubilación en España es a los 65 años, edad que se está aplazando hasta los 67. Para tener derecho a cobrar pensión de jubilación hay que cotizar a la Seguridad Social durante como mínimo 15 años completos.
El voluntariado
Los voluntarios son personas que trabajan de forma no remunerada. Suelen pertenecer a alguna ONG (Organización No Gubernamental). Por lo general, realizan distintas labores sociales: ayudas a las familias pobres, consultas y cursos de lenguas para inmigrantes, etc. A menudo la gente compagina su trabajo con una actividad de ayuda social. En España hay más de un millón de voluntarios.