En España existe un Sistema Nacional de Salud, de financiación pública, gratuito y universal. Popularmente es conocido como la “sanidad pública”. Gran parte de los trabajadores son funcionarios del estado, y acceden a esos puestos mediante oposición pública, un examen del estado de gran dificultad. Como no tienen presión económica característica de la medicina privada, pueden dar lo mejor a sus pacientes y atenderles garantizando su igualdad.
En España también hay un sistema privado alternativo, que ofrece una atención más personalizada y mayores comodidades, como habitaciones individuales y menores listas de espera para pedir cita con un especialista. Si bien la sanidad pública es de gran calidad y los profesionales están altamente cualificados, su principal problema reside en la masificación y sobrecarga del servicio.
En principio, todos los ciudadanos tienen derecho a la cobertura pública, aunque en los últimos años los requisitos burocráticos para obtener la documentación se han hecho más rigurosos. Es importante resaltar que en España, incluso sin tener ninguna documentación, toda persona en caso de urgencia podrá acudir a cualquier hospital público y será atendido. Esto es especialmente beneficioso para personas sin papeles, emigrantes, transeúntes, mujeres embarazadas, etc. El teléfono para llamar a una ambulancia es el 112.
El sistema público absorbe la mayor parte de la carga asistencial, porque además de ser gratuito resulta de gran calidad. Por ello, lo utilizan la mayoría de los ciudadanos.
Para inscribirse en el sistema, los usuarios deben aportar una documentación (certificado de empadronamiento, número de afiliación a la seguridad social, tarjeta de residencia, permiso de trabajo, DNI, salvo los menores de edad) y obtener así la tarjeta sanitaria, que les otorgará cobertura médica a todos los niveles.
Una vez obtenida la tarjeta sanitaria (que se debe llevar siempre), se tiene derecho a recibir asistencia tanto médica como farmacológica. Al ciudadano se le asigna un médico de familia (o un pediatra en caso de niños) y un enfermero, equipo indispensable denominado “equipo de atención primaria”. Éste constituye el primer eslabón de la atención sanitaria y se va a encargar de gestionar todas las cuestiones de salud que le surjan al paciente. Este equipo cumple diversas funciones, como atender a pacientes en sus consultas y realizar visitas a domicilio para aquéllos que no puedan trasladarse a su centro de salud (discapacitados o ancianos). Hay que subrayar que los españoles no se dan de baja por enfermedades leves, e incluso con fiebre y dolores prefieren ir en persona a un centro médico para no dar trabajo adicional a los médicos.
Cuando el médico de familia detecta la necesidad de derivar a un paciente a un especialista, le proporciona los trámites necesarios (volantes). En algunos casos las listas de espera pueden resultar interminables, pues las citas para algunas especialidades pueden llegar a demorarse meses. No obstante, mediante el denominado “código 15”, los médicos de atención primaria pueden adelantar las citas con los especialistas o pruebas diagnósticas cuando la situación del paciente lo requiera (para tener un diagnóstico en 15 días). También hay colas para el quirófano, con el promedio de 90 días de espera, aunque los casos graves entran en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) inmediatamente. Para operarse, dar a luz o realizar alguna prueba específica, los pacientes tienen que dirigirse a un hospital. Las actividades terapéuticas (rehabilitación, curas, etc.) se realizan en los centros de salud de cada barrio.
La sanidad pública cubre la mayoría de patologías y demandas de los ciudadanos, excepto algunos servicios secundarios, como tratamientos específicos de odontología y óptica (ortodoncia, lentes de contacto, gafas).
Cobertura farmacológica
Cuando un paciente necesita determinado fármaco, su médico le prescribe una receta, un documento que se presenta en la farmacia junto con la documentación correspondiente en vigor. Este documento es personal e intransferible. Con la receta el precio del medicamento se hace mucho más barato. Existen dos tipos de recetas, las de trabajadores activos, que proporcionan descuentos en los medicamentos, y las de pensionistas (jubilados mayores de 65 años o minusválidos), con las que el medicamento resulta aún más barato o gratuito. Algunos fármacos, por sus características especiales, sólo pueden adquirirse mediante una receta, y algunos incluso deben ir sellados por un inspector. Otros, de uso común, pueden comprarse sin receta, saliendo así mucho más costosos. En los centros públicos, además, se proporcionan los medicamentos necesarios para los tres primeros días de la enfermedad de forma gratuita.
Comentario léxico: la palabra “urgencia” en general significa algo que no puede demorar, que necesita una solución inmediata. En el contexto médico, una urgencia es un caso grave que necesita una atención médica inmediata. No se debe confundir con “Urgencias”, que es un centro de atención inmediata que forma parte de cualquier hospital. De ahí las expresiones como “ir a Urgencias”, “ingresar de urgencias”.