No hay carácter único que defina a los españoles. Como en cualquier otra nación, hay mucha variedad. Sin embargo hay algo especial que les diferencia. La cultura española es una cultura de contacto, de abrazos, de muestras de afecto constantes. Les encanta hacer las cosas en grupo. Se considera raro al que no habla con los vecinos ni con los compañeros de trabajo. La gente se junta ¡hasta para ir a hacer pis!
Algunos creen que los españoles son vagos y que les encanta montar fiestas, pero en España se trabaja, y se trabaja mucho. Eso sí, para los españoles el trabajo es un mal necesario y si se puede evitar, se evita. Y entre el éxito profesional y la felicidad familiar la mayoría preferirá lo segundo.
Eso sí, quizás no son tan responsables como, por ejemplo, los japoneses o los alemanes. Si te dicen que mañana te van a instalar internet, es posible que tarden más de la cuenta. Y no se van a matar para cumplir lo acordado.
También los trámites suelen tardar más de lo normal. Para legalizar la situación de un extranjero en España, o para homologar los estudios la gente tiene que esperar un año o dos. No tienen prisa, ni tampoco hay demasiado control.
Otro tópico falso es el de que son muy lanzados y están obsesionados con el sexo. Nada más lejos de la realidad. Muchos españoles son tímidos y muy cautelosos a la hora de escoger una pareja. Las mujeres visten de forma muy austera y no son nada lanzadas. Eso sí, cumplan o no en el momento de la verdad, lo cierto es que a todos los españoles les encantan los chistes verdes.
A diferencia de los estadounidenses, los españoles no sienten especial respeto por las personas que han alcanzado éxito profesional, más bien, les tienen envidia. Ser el mejor provoca celos, no admiración, por eso los españoles intentan disimular sus talentos y capacidades y nunca presumen de ellos.
Tampoco respetan mucho las leyes. Hace poco a un futbolista lo pararon circulando a ¡216 por hora dentro de la ciudad! No es lo habitual, pero a veces ocurre. En estos casos, si la policía no le pilla, nadie va a denunciar al infractor.
En general, para los españoles las personas siempre son más importantes que el éxito, las leyes, la ideología... Siempre están dispuestos a echar una mano, a explicar cómo llegar a los sitios, los españoles son gente abierta, integradora y muy sociable. Aunque en su intento de ser majos, pueden llegar a ser un poco falsos: nunca te dicen las cosas a la cara. Si algo no les gusta dicen “está bien” o “no está mal”, y siempre exageran lo positivo: es típico escuchar “me encanta”, “es genial”, “estás guapísima”, “hablas muy bien español”, y no siempre es verdad.
Cuando los españoles salen de viaje, normalmente la gente del lugar y la gastronomía les interesan más que los teatros o museos. Tampoco van cargados con cámaras de fotos: prefieren vivir el momento antes que atrapar el recuerdo en una foto. Eso sí, una buena foto del exquisito plato que les sirven en un restaurante será el mejor de los recuerdos.