Ha terminado el embarazo, y han pasado los cuatro meses de permiso de maternidad para cuidar al recién nacido. Ya toca incorporarse al trabajo. He aquí el siguiente quebradero de cabeza para las nuevas madres y nuevos padres, ¿y ahora qué hacemos con el chiquitín? Es importante señalar que en España las parejas usualmente deciden tener un hijo una vez que los dos disponen de un trabajo fijo, aunque esto no siempre es posible. Así pueden permitirse un nivel de vida óptimo para mantener a sus niños, gastos de comida, vivienda, gasolina, etc.
Después del nacimiento y una vez terminada la baja por maternidad tienen que seguir trabajando los dos, si no quieren verse en serios apuros económicos. Y claro, ninguno se atreven a dejar su empleo para cuidar del bebé por miedo a no encontrar trabajo después. Así sucede que las madres se ven obligadas a compaginar la reciente maternidad con la vida profesional. Es aquí cuando surge el temido momento de encontrar una guardería, donde el niño o la niña pasará los primeros tres años de su vida.
Lo primero que hay que decidir es: ¿guardería pública o privada? Las guarderías del estado tienen fama de ser muy buenas, pero cada vez son más caras. Además, admiten a determinado número de niños, y tienen más posibilidades de ser admitidos los que tienen pocos ingresos. Si no hay plazas en las guarderías públicas los padres no tienen más remedio que buscar un centro privado, y normalmente son más caros. Si bien la cuota mensual de una guardería pública suele situarse en torno a 200-250 euros por una jornada completa, en una privada, pueden pedir entre 300 y 600 euros, dependiendo de los servicios que ofrezcan. Como algunas madres apenas ganan
poco más que eso, trabajar y llevarlo a la guardería deja de ser una opción y se ven obligadas a dejar el trabajo. Apuntar al niño a la guardería no siempre soluciona el problema: algunos padres tienen un horario de trabajo incompatible con el de la guardería (de 9 a 4 el normal, y de 8 a 5 el ampliado). Así que, si pueden, optan por dejar al bebé con los abuelos, lo cual es cada vez más habitual y se considera una suerte. Aunque los abuelos sean de edades muy avanzadas, se ven obligados a hacerse cargo de sus nietos, cuando en generaciones anteriores los niños se quedaban con su mamá.
Mientras en otros países europeos los padres reciben ayudas mensuales por cada hijo y disfrutan de permisos de maternidad muy largos, España cuenta con unas prestaciones sociales muy limitadas.