Todos conocen el verbo ocupar. Aparece en expresiones relacionadas con la falta de disponibilidad, como en
– ¿Puedo hablar con el jefe?
– Ahora está ocupado y no puede atenderte– Quiero dos entradas para la sesión de las 19.30
– Lo siento, se han agotado, todos los asientos están ocupados
También se usa en el sentido espacial con el significado de invadir un territorio:
En 1939 Alemania ocupó Francia = entró en su territorio contra la voluntad de los franceses
Esta última idea se esconde en el verbo okupar. Sólo que no se puede okupar un país, sino una vivienda o un terreno. Okupar es instalarse en un sitio abandonado con el fin de habitarlo y usarlo, y detrás de este término hay una importante ideología. Nació a finales de los 70 y se consolidó en los 80-90 con el boom urbanístico y la proliferación de nuevas construcciones que, sin embargo, no llegaban a usarse porque la oferta superaba la demanda. Nació como protesta social para defender el derecho a la vivienda. Y esa misma protesta encontró su manifestación lingüística en la letra k de okupar.
Es importante señalar que España es un país muy propicio para la okupación: sus leyes no solamente la permiten, sino que en cierto sentido la legitiman. ¿Sabíais que si entráis ilegalmente en una vivienda y pasáis allí más de 48 horas, la policía no puede desalojarla (es decir, no puede echaros a la calle)? Necesitará una orden judicial (decisión del juez), que puede tardar años. Y si los okupas (personas que okupan) consiguen demostrar que no tenían donde vivir y la casa no se utilizaba como vivienda principal por ninguna otra familia, ¡podría llegar a ser suya!
Si al leer estas líneas sentís indignación, coincidís con más de la mitad de los españoles. Pero hay gente en España que simpatiza con los okupas porque, según ellos, hacen justicia social.