Decimos que alguien es un viva la Virgen o viva la Pepa cuando no se preocupa por sus responsabilidades y se dedica a las fiestas y la diversión en vez de centrarse en las cosas importantes. El origen de la expresión parece venir del mundo de los marineros. Cuando pasaban lista para ver si estaban todos, el último de la fila debía gritar ¡Viva la Virgen! para indicar que se terminaba el recuento. Éste último marinero se consideraba el más despistado o irresponsable, ya que había llegado el último.
Utilizamos de igual manera “esto es un viva la Pepa” para lugares o situaciones que se han descontrolado, donde hay mucho desorden o alboroto. El origen aquí se debe al nombre que se le dio a la Constitución española de 1812, a la que se denominó “la Pepa”. La gente en vez de decir Viva la Constitución, comenzaron a gritar Viva la Pepa y a partir de ahí evolucionó.
– ¿Qué hace Ana que no está estudiando para el examen de mañana?
– Es una viva la Virgen, le da todo igual.