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> La homosexualidad en España

Tema controvertido aquí y allá, ahora y siempre.

En épocas pasadas, la homosexualidad era considerada de forma general como una aberración de la naturaleza, una práctica perversa y maligna, de manera que a los homosexuales se les llamaba “desviados”, “pervertidos”, “seres contranatura”. Estas denominaciones, que ya encontramos en la Edad Media, reflejan la consideración social que tenían estos individuos, y el rechazo por la mayor parte de la población. Su conducta se oponía a la moral religiosa imperante, cuya principal premisa era la de tener relaciones sexuales con el fin de la procreación, incluso en el sacramento del matrimonio, siendo todo lo demás un acto pecaminoso y, por lo tanto, impulsado por el diablo. En tiempos medievales la homosexualidad era tan poco tolerada como practicar la brujería, y a quienes se sorprendía en tales empresas, se les castigaba severamente, con torturas a modo de penitencia, o incluso con la muerte. Esta situación no cambió mucho a lo largo de los siglos siguientes. Eran excluidos de sus familias, se les negaba la herencia y se convertían en fugitivos, escoria social. Sólo en 1822 se excluyó la homosexualidad del Código Penal. Por supuesto nos estamos refiriendo al caso de los hombres, pues gozaban de una mayor libertad; en el caso de las mujeres, la homosexualidad se consideraría inconcebible, y un acto de aberración total, ya que se les suponía seres creados para la maternidad y servir a su marido.

En tiempos de Franco, el régimen dictatorial llegó a castigar con pena de muerte a los homosexuales, mediante fusilamientos. Uno de los casos más significativos que podemos citar es el del poeta Federico García Lorca, uno de los literatos más brillantes de nuestra Edad de Plata. El mero hecho de ser homosexual bastaba para acabar en la cárcel o en campos de concentración para gays. En el caso de las mujeres estaban totalmente invisibilizadas. La ley permitía aplicarles tratamientos como el electroshock y la lobotomía, pues esta condición era considerada por el régimen como una enfermedad.

Durante los años de la transición, los cambios ideológicos y sociales permitieron  una mayor libertad de expresión y una mayor aceptación pública y social de los homosexuales. Si hubo un punto de inflexión en la actitud hacia ellos, sin duda se produjo con la llamada “movida madrileña” (años 80). Estos años representaron una liberación para los homosexuales, que pudieron salir a la luz pública por primera vez sin verse castigados ni ridiculizados por ello. Con el cambio de las modas, algunos se atrevieron a vestirse de forma extravagante, en el caso de los hombres utilizando atuendo y complementos femeninos, faldas, maquillaje, etc. Por su parte, las mujeres lesbianas más atrevidas y reivindicativas, pudieron expresar su homosexualidad adoptando estilos masculinos, para manifestar su deseo de vivir su sexualidad de la forma más libre posible, sin los condicionamientos impuestos por la sociedad. Aunque muchos homosexuales siguieron llevando un estilo de vida muy discreto y sin afán de llamar la atención, algunos se manifestaban de forma deliberadamente escandalosa, mostrando así un deseo de salir a la luz y dejar atrás la clandestinidad y el tenebrismo de épocas pasadas.

En los años de la movida empezaron a surgir locales y asociaciones gays para dar respaldo a estas personas, y la subcultura gay empezó a representarse en manifestaciones artísticas de diversa índole, en las artes plásticas, el cine, y los medios de comunicación de masas, de modo que progresivamente dejó de ser un tabú. Se veía a parejas homosexuales por la calle, besándose o andando de la mano, sin más problema que el de representar cierto descaro a ojos de algunos ciudadanos más conservadores. Cada uno podía pasear libremente por donde quisiera, ya fuera por la acera correspondiente, o por la acera de enfrente.

En estas últimas décadas, el gobierno progresista de Zapatero ha dado un respaldo legislativo a este colectivo, representando el mayor avance en este campo la reciente legalización del matrimonio homosexual, así como la posibilidad de adopción de niños sin hogar. De esta manera, la ley trata a todos los ciudadanos por igual, teniendo los gays plena libertad de derechos de elegir la pareja que deseen, disfrutando de las mismas coberturas sociales que cualquier otra pareja y pudiendo formar una familia si así lo desean.

Estas iniciativas gubernamentales no han sido bien acogidas por la totalidad de la ciudadanía, y el gobierno actual, de corte más conservador, está planteándose una nueva reforma de esta situación.

En la actualidad, sin embargo, la homofobia cada vez es más reducida, estando la homosexualidad plenamente aceptada en la vida pública. Mientras las estadísticas señalan que un 15 % de la población sigue considerando la homosexualidad como una enfermedad, las nuevas generaciones parecen tener una mentalidad más abierta. Esto es así porque los jóvenes de hoy han crecido en un entorno muy tolerante y democrático. Las encuestas muestran que aproximadamente un 11% de los jóvenes españoles (un 14% de los chicos y un 7% de las chicas) confiesan haber tenido relaciones homosexuales. Hoy día muchas figuras destacadas del panorama cultural, escritores, periodistas, cineastas, etc, son homosexuales públicamente declarados, y no por ello menos célebres y reconocidos. Cada vez se publican más libros cuyos protagonistas son una pareja del mismo sexo: lejos de hacer propaganda de este fenómeno lo que pretenden es enseñar que entre distintas manifestaciones de la libertad personal está la orientación sexual.

No obstante, no es oro todo lo que reluce, pues incluso entre adolescentes a veces se evita la compañía de homosexuales. En los centros de secundaria, con frecuencia los alumnos que representan un perfil homosexual, son rechazados por sus propios compañeros, ya sea por miedo a ser asociados a ellos, ya sea por ser diferentes. Pero incluso los homófobos más intolerantes se cortan mucho de expresar su pensamiento abiertamente en público, porque podrían chocar con lo políticamente correcto y ser tachados de retrógrados.

Un hecho sin duda cierto es que muchos padres que se declaraban tolerantes hacia la homosexualidad, se vuelven homófobos en el momento en que su hijo/a les confiesa que acaba de salir del armario, y algunos padres lo sufren como un castigo por algo que han hecho mal. A este respecto diremos que la bisexualidad estaría aún peor considerada, como un intento de querer acapararlo todo y no definirse por nada.

En resumen, aunque de cara al exterior España parece un país muy tolerante, no siempre es así en su cara más oculta. Pero, indudablemente, es un gran ejemplo de tolerancia y comprensión del que podrían aprender otros muchos países.

Más información: LGTB.